Se empecina el frío en la ciudad, la noche le pasa el trapo al Sol, y hace cuatro copas que sabes que ya no va a volver, y estás brindando solo. En la mesa de siempre, envidos caros, ni los mozos se apiadan de vos. Que hace tanto tiempo que corres que te olvidas de lo que te estabas escapando. La mayor parte del tiempo estoy pensando en vos. Sangro en mil pedazos cada vez que alguien te nombra. Yo no se más nada, y cada vez lo se mejor, hoy tengo un pasaje en business a mi Waterloo.
Lágrimas al margen, ya entendí: los adioses son a sangre fría. Si no quedan risas por reír, vámonos como el Titanic, con las luces encendidas. Fuiste las caricias que aprendí, la piedra preciosa en mi zapato. Hoy que no me puedo ni mover, soy el pianista ciego de un hotel abandonado. Se desmaya el mundo cada vez que alguien te nombra...
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