martes, 22 de julio de 2014

Nada

Ni el hígado los viernes, ni los puntos y aparte, ni las verdades crudas, ni el vicio de esperarse. Ni el pozo de la noche, ni las muelas de juicio, ni adioses con lloviznas, ni ser tan desprolijos. La muerte va de pesca, nos usa de carnada, no queremos que nos duela nada. La muerte maricona nos usa de carnada y no queremos que nos duela nada.
Colgamos de un abismo, está empeorando el viento, y el tiempo miserable pisándonos los dedos. No quiero que me duelan las risas del destino, ni el mundo y sus espinas, ni el precio del olvido. Ni amores, ni destierros, ni cruces en la espalda, no queremos que nos duela nada. Ni los años perdidos, ni fotos encontradas, no queremos que nos duela nada.

Demasiado poco

Pero dale, no me retes, no me trates tan absurdo, demasiado poco amable ya es el mundo. Siempre estamos más solos que nunca, es un manicomio la ciudad, se apagan los días de vinos y rosas, y nadie se molesta en avisar. Bueno, nos rodearon la manzana los sueños que no supimos ser. Vamos rebotando pelotas de trapo, con esta tristeza entre los pies. Pero dale, no me retes, no me trates tan absurdo, demasiado poco amable ya es el mundo. Pero dale, no me eches... 
Nos tienen de hijo los desastres, vamos en picada y sin timón. Somos, yo diría, hamsters sin consuelo, trepando la ruedita del amor. Se nos va la vida en telarañas, y pasan como el silbido de un tren ciegas ilusiones, triunfos moribundos y besos que no habremos de beber. 

Desbaratando de amor

Y así es la historia... Vas a gastar a los recuerdos de tanto mirarlos, linda. Temprano o tarde, lo mismo da, lo tenes todo y te falta la mitad. No me mires así, con esos ojos divinos de cielo a media tarde, la especialidad de la casa es mentir, bien que lo sabes. Y te vas en blanco y negro. Y me vas desbaratando de amor. Y plantas tu veneno en mis labios. Y es punto para vos. 
Y así es el cuento... La soledad es un palacio lleno de goteras, nena. Siempre hace ruido la vanidad, aunque tropieces con guantes de seda, lady. Para mí que este amor siempre atrasa dos copas, y hay que ponerlo al día. La especialidad de la casa es llorar, bien que lo sabes. 

Hace tanto

Ella es la paciente cero de esta pena que me apesta, ella se incrustó en mi vida como un Escaña sin frenos. Y ahora tropiezo en mis sueños, me enredo en noches sin alma, como si fueran corbatas demasiado largas. Ella es la tormenta perfecta, sangre y arena, deja un tendal de besos por donde pasa su tristeza. De día descose en mi cama, de noche me olvida en silencio, y yo, un lazarillo que perdió a su ciego. Hace tanto que no voy a tus abrazos, que puede darte un corazón embalsamado. Hace tanto que no voy a tus abrazos, en la caja negra de este amor hay viento, viento nada más. 
Era una noche patoteada de invierno, sin estrellas, y ella abrazando una botella de vodka me avisaba: "perdimos los últimos trenes, mentimos a capa y espada, le dimos al pasado la última palabra". Hace tanto que no voy a tus abrazos...

Pistolas

Mi soledad madruga a veces, se levanta antes que yo. Y me deja el desayuno en la cama, de su lado del colchón. Acomoda los recuerdos, junta leña si es abril. Si su prima, la tristeza, me visita, jura que reza por mí. Pero algunas noches verdugas la reto a duelos sin fe, los dos elegimos padrinos y pistolas al amanecer. Algunas noches me canso, la reto a duelos sin fe, los dos elegimos padrinos y pistolas al amanecer. Mi soledad usa tacos altos, no se si estoy a su altura. Hago planes abrazado a su cintura, que es consuelo y es estrago. Mi mascota, cuando llueve, camarada en el alcohol, se hace un pic-nic con mis lágrimas flaquitas, mientras me seca el sudor. Pero algunas noches verdugas, la reto a duelos sin fe... Y a la hora de los bifes cuando apura el porvenir, le pregunto si me va a cuidar de viejo... Y no sabe qué decir.
"No me gustan tus canciones" dijo, y sonrió a media asta, "estás enamorando a la tipa equivocada". Y yo, hablándole al vaso, jugado en el golpe por golpe, le dije "no veo el problema, no pienso cantarte en la cama". Donde gustes y cuando quieras, mira que ya lo dice el tango, la vida son cuatro días y se pasan patinando. Anoche era un empate clavado, de los que se definen por brindis, así que le arrimé un Cosmopolitan: "Va por vos, chica Sex and the City". Si tu plan es emborracharme a mal plan vas por jineta. Soy un caballero, bonita, mi plan es matar la tristeza. 

Sangro en mil pedazos

Se empecina el frío en la ciudad, la noche le pasa el trapo al Sol, y hace cuatro copas que sabes que ya no va a volver, y estás brindando solo. En la mesa de siempre, envidos caros, ni los mozos se apiadan de vos. Que hace tanto tiempo que corres que te olvidas de lo que te estabas escapando. La mayor parte del tiempo estoy pensando en vos. Sangro en mil pedazos cada vez que alguien te nombra. Yo no se más nada, y cada vez lo se mejor, hoy tengo un pasaje en business a mi Waterloo. 
Lágrimas al margen, ya entendí: los adioses son a sangre fría. Si no quedan risas por reír, vámonos como el Titanic, con las luces encendidas. Fuiste las caricias que aprendí, la piedra preciosa en mi zapato. Hoy que no me puedo ni mover, soy el pianista ciego de un hotel abandonado. Se desmaya el mundo cada vez que alguien te nombra...

Más de cien

Tenemos memoria, tenemos amigos, tenemos los trenes, la risa, los bares. Tenemos la duda y la fe, sumo y sigo, tenemos moteles, garitos, altares. Tenemos urgencias, amores que matan, tenemos silencio, tabaco, razones. Tenemos Venecia, tenemos Manhattan, tenemos cenizas de revoluciones. Tenemos zapatos, orgullo presente, tenemos costumbres, pudores, jadeos. Tenemos la boca, la lengua, los dientes, saliva, cinismo, locura, deseo. Tenemos el sexo y el rock y la droga, los pies en el barrio y el grito en el cielo. Tenemos Quintero, León y Quiroga, y un bisnes pendiente con Pedro Botero. Más de cien palabras, más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas. Más de cien pupilas donde vernos vivos, más de cien mentiras que valen la pena. 
Tenemos un as escondido en la manga, tenemos nostalgia, piedad, insolencia. Monjas de Fellini, curas de Berlanga, veneno, resaca, perfume, violencia. Tenemos un techo con libros y besos, tenemos el morbo, los celos, la sangre. Tenemos la niebla metida en los huesos, tenemos el lujo de no tener hambre. Tenemos talones de Aquiles sin fondo, ropa de domingo, ninguna bandera. Nubes de verano, guerras de Macondo, setas en noviembre, fiebre en primavera. Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas "¿qué importa?", "lo siento", "hasta siempre", "te quiero". Hinchas del Atleti, gángsters de Coppola, Verónica y cuarto del Curro Romero. 
Tenemos el mal de la melancolía, la sed y la rabia, y el ruido y las nueces. Tenemos el agua y, dos veces al día, el santo milagro del pan y los peces. Tenemos Lolitas, tenemos Donjuanes, Lennon y McCartney, Gardel y LaPera. Tenemos horóscopos, libros, coranes, ramblas en la luna, vírgenes de cera. Tenemos naufragios soñados en playas de islotes sin nombre, ni ley ni rutina. Tenemos heridas, tenemos medallas, laureles de gloria, coronas de espinas. 
Tenemos caprichos, muñecas inflables, ángeles caídos, barquitos de vela. Pobres exquisitos, ricos miserables. Ratoncitos Pérez, dolores de muela. Tenemos proyectos que se marchitaron, crímenes perfectos que no cometimos. Retratos de novias que nos olvidaron, y un alma en oferta que nunca vendimos. Tenemos poetas, colgados, canallas, Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma. Abuelos que siempre ganaban batallas, caminos que nunca llevaban a Roma.
Lo primero que quise fue marcharme bien lejos, en el álbum de cromos de la resignación pegábamos los niños que odiaban los espejos guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York. Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida le pedí que a su antojo dispusiera de mí. Ella me dio las llaves de la ciudad prohibida, yo todo lo que tengo que es nada, se lo di. Así crecí volando, y volé tan deprisa que hasta mi propia sombra de vista me perdió. Para borrar mis huellas destrocé mi camisa, confundí con estrellas las luces de neón. Hice trampas al póker, defraudé a mis amigos, sobre el banco de un parque dormí como un lirón. Por decir lo que pienso sin pensar lo que digo, más de un beso me dieron, y más de un bofetón. Lo que sé del olvido lo aprendí de la Luna; lo que sé del pecado lo tuve que buscar como un ladrón debajo de la falda de alguna, de cuyo nombre ahora no me quiero acordar. Así que, de momento, nada de adiós muchachos, me duermo en los entierros de mi generación. Cada noche me invento, todavía me emborracho. Tan joven y tan viejo, like a Rolling Stone
Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda, medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda. Un hispano olivetti con caries, un tren con retraso, un carnet del Atleti, una cara de culo de vaso. Un colegio de pago, un compás, una mesa camilla. Una nuez o bocado de adán menos una costilla, una bici diabética, un cúmulo, un cirro, un estrato. Un camello del Rey Baltasar, una gata sin gato. Mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero. Mi cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros. Mi tin-tín, mi yo-yo, mi azulete, mi 7 de copa. El zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa. Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera. Una lámpara de Ali Babá dentro de una chistera. No sabía que la primera duraba un segundo, yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera. Al padrino que me apadrinó en la legión extranjera. A mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante. A Simbad, el marino que tuvo un sobrino cantante. Al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha. A mi chupa de cota de mallas contra la desdicha. Mariposas que cazan en sueños los niños con grano, cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos. Me libré de los tontos por ciento, del cuento del bisnes, dando clases en una academia de cantos de cisnes. Con Simón de Cirene hice un tour por el Monte Calvario ¿qué harías tu si Adelita se fuera con un comisario? Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera, si me pierdo de vista esperame en la lista de espera. Heredé una botella de ron de un clochard moribundo, olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo. Nunca pude cantar de un tirón la canción de las babas del mar, del relámpago en pena, de las lágrimas para llorar cuando valga la pena. De la página encinta en el vientre de un block trota mundos, de la gota de tinta en el himno de los iracundos. Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
En la posada del fracaso, donde no hay consuelo ni ascensor, el desamparo y la humedad comparten colchón. Y cuando por la calle pasa la vida como un huracán, el hombre del traje gris saca un sucio calendario del bolsillo y grita: ¿Quién me ha robado el mes de abril? ¿Cómo pudo sucederme a mí? pero ¿quién me ha robado el mes de abril? lo guardaba en el cajón donde guardo el corazón. La chica de bup casi todas las asignaturas suspendió, el curso que preñada aquel chaval la dejó. Y cuando en la pizarra pasa lista el profe de latín, lágrimas de desamor ruedan por la página de un block, y en él escribe: ¿Quién me ha robado el mes de abril? ¿Cómo pudo sucederme a mí? 
El marido de mi madre en el último tren se largó, con una peluquera 20 años menor. Y cuando exhiben esas risas de instamatic en París, derrotada en el sillón se marchita viendo Falconcrest mi vieja, y piensa ¿Quién me ha robado el mes de abril?

500 noches

Lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un Whisky on the Rocks, en vez de fingir o estrellarme una copa de celos, le dio por reír. De pronto me vi como un perro, ladrando a las puertas del cielo. Me dejó un neceser con agravios, la piel en los labios y escarcha en el pelo. Tenían razón mis amantes en eso de que antes el malo era yo, con una excepción: esta vez yo quería quererla querer, y ella no... Así que se fue, me dejó el corazón en los huesos y yo de rodillas, desde el taxi, y haciendo un exceso, me tiró dos besos: uno por mejilla. Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina, y por esas ventas del fino Laína, pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaína. Volviéndome loco... Derrochando la bolsa y la vida, la fui poco a poco dando por perdida. Y eso que yo para no agoviar con flores a María, para no asediarla con mi antología de sábanas frías y alcobas vacías, para no comprarla con bisutería ni ser el fantoche que va en Romería con la cofradía del santo reproche. Tanto la quería que tardé en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches. 
Dijo "hola y adiós", y el portazo sonó como un signo de interrogación. Sospecho que así se vengaba a través del olvido Cupido de mí. No pido perdón ¿para qué? si me va a perdonar porque ya no le importa. Siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta. Me abandonó, como se abandonan los zapatos viejos. Destrozó el cristal de mis gafas de lejos, sacó del espejo su vivo retrato, y fui tan torero por los callejones del juego y el vino que ayer el portero me echó del casino del Torrelodones ¡Qué pena tan grande! Negaría el Santo Sacramento en el mismo momento en que ella me lo mande.