lunes, 10 de junio de 2013

Media mañana en la ciudad y un tren que se va siempre. Ayer llovieron amuletos de la mala suerte. Hoy se prendieron lucecitas que se apagan siempre. Desaparece y aparece, como vos, la suerte. Todas las mañanas de mi vida me pregunto que será de tus ojitos inocentes. Todas las tormentas y los soles que nos aman, los olores y las flores de septiembre. Un hechizo, brujería o venganza de la vida llega tarde y casi ni se siente. Yo tengo recuerdo de tus siete días patoteando de mañana a la muerte. Cada sutileza de ayer se complica y hace llenar de mareos los otos, y nostalgias la ciudad. Yo no busco ayeres en hoy, ni mañanas en un jamás. Los minutos se disfrazan de segundos. A mí nadie me dijo de vos... Pintaron los diablitos y yo, y nuestros angelitos de dios al borde bailaban, bailaban con vos. Millones de ofrecidos sin voces escuchan lamentos antiguos de vidas pasadas. 

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