Sonreís y un berretín universal de momentos placenteros se presenta: Desearía que pudiera perpetuar el instante en que tus dientes se me ostentan. Bebo el whisky de tu lengua, y ahí no más con el alma copeteada te sostengo. Vaya a ser que en un segundo de ebriedad me secuestren los agentes del infierno. Me someto así a tu entrega, me rescata, me enloquece y me sosiega. Ya no somos dos, ahora se fundieron nuestros fuegos en tu alcoba. Un pasado infortunado y su intención de instalarse eternamente en tus adentros se convierte en mi rival de estación. Y yo se como ganarle a esos espectros. Es la base de la dieta del amor: mucha risa para que no nos duela nada. No hay vestigios de tragedia en tu colchón porque sobran carcajadas.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
No me parezco a él, ni a él, ni a nadie..
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