No quise retenerlo ¿De qué hubiera servido deshacer las maletas del olvido? Pero no sé qué diera por tenerlo ahora mismo, mirando por encima de mi hombro lo que escribo. Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa a cambio de sus besos y su prisa. Con él descubrí que hay amores eternos que duran lo que dura un corto invierno. Conservo un beso de carmín que sus labios dejaron impreso en el espejo del lavabo, una foto amarilla, un corazón oxidado, y esta sed del que añora la fuente del pecado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario