A esta hora exactamente hay un niño en la calle... Es honra de los hombres proteger lo que crece, cuidar que no haya infancia dispersa por las calles. Evitar que naufrague su corazón de barco, su increíble aventura de pan y chocolate. Poniéndole una estrella en el sitio del hambre, de otro modo es inútil, de otro modo es absurdo. Ensayar en la tierra la alegría y el canto, porque de nada vale si hay un niño en la calle.
Todo lo tóxico de mi país a mí me entra por la nariz. Lavo autos, limpio zapatos, huelo pega y también huelo paco. Robo billeteras, pero soy buena gente. Soy una sonrisa sin dientes, lluvia sin techo, uña con tierra, soy lo que sobró de la guerra. Un estómago vacío, soy un golpe en la rodilla que se cura con el frío; el mejor guía turístico del arrabal: por tres pesos te paseo por la Capital. No necesito VISA para volar por el redondel, porque yo juego con aviones de papel. Arroz con piedra, fango con vino, y lo que me falta me lo imagino.
No debe andar el mundo con el amor descalzo enarbolando un diario como un ala en la mano, trepándose a los trenes, canjeándonos la risa, golpeándonos el pecho con un ala cansada. No debe andar la vida recién nacida a precio, la niñez arriesgada a una estrecha ganancia, porque entonces las manos son inútiles fardos y el corazón, apenas, una mala palabra...
Cuando cae la noche me duermo despierto, un ojo cerrado y el otro abierto, por si los tigres me escupen un balazo. Mi vida es como un circo pero sin payasos. Voy caminando por la zanja haciendo malabares con cinco naranjas, pidiendo plata a todos los que pueda en una bicicleta con una sola rueda. Soy oxígeno para este continente, soy lo que descuidó el presidente. No te asustes si tengo mal aliento, si me ves sin camisa, con las tetillas al viento. Soy un elemento más del paisaje, los residuos de la calle son mi camuflaje, como algo que existe que parece de mentira, algo sin vida pero que respira...
Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle, que hay millones de niños que viven en la calle. Yo los veo apretando su corazón pequeño mirándonos a todas con fábula en los ojos. Un relámpago trunco les cruza la mirada porque nadie protege a esa vida que crece y el amor se ha perdido, como un niño en la calle.
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