jueves, 22 de agosto de 2013

Acudí a tu auxilio de forma inmediata: "Hola ¿qué tal?", tu sonrisa y perdí por goleada. Te apoderaste al instante de mi ocio, y al fin y al cabo pude entender que hiciste negocio. Una ráfaga de balas seductoras no lograban vulnerar una coraza idiota, y con mi seguridad ya en la miseria fuimos por un café, juntos los tres: vos, yo y tu histeria... Sin mucho que hablar nos despedimos, comprobé que ya era inútil extender ese partido. Colgué los timbo y bajé la persiana, sin embargo tu autoestima cascoteó mi ventana. Sugerías necesitar mi delirio, para ganar espacio me mostré cual tipo tibio. Empezó a inquietarte mi nueva conducta, pero caí derrotado por tus brotes de astucia. Me regalaste vacaciones en tu alcoba, atrás quedó esa idiotez de dormir cola con cola. Conocí los pechos más lindos del mundo, sobre gustos no hay nada escrito pero bustos ¿Quién dijo que no se puede? ¿Quién dijo que no se puede combinar inconstancia, inconsciencia y lealtad? Que es imposible dar un paseo un día a tu cielo, un día a mi infierno. Estoy seguro, compañeros, y me juego mi alma loca que no debe boca existir como esta en el mundo entero. 

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