lunes, 15 de julio de 2013

Soy mi propia religión, mi soberano. Yo me enseño... Pretendo ser real y todavía soy un sueño. Soy mi propio enemigo y me importa en la derrota. Tu mirada se me nota, es mi cáscara y mi ropa. Yo soy, aun no soy mío, y aunque quiera ser mi dueño envejezco y me hago grande, y todavía no me tengo. Soy mi dolor, soy mi condena, soy el veneno de mis venas. Soy mi remedio, soy mi cura, la enfermedad es mi cordura. Tengo duras las pupilas, tengo corta la mirada, y si en el fondo hay algo bueno lo imagino, no lo veo. Tengo celos, tengo envidia, tengo bronca y me lastimo. No piensen que soy humilde, yo solo me subestimo. Y aunque me parezca a todos y me confunda con la gente, soy como nadie, soy diferente, soy mi maestro, mi referente. Soy lo que siento, lo que me pasa. Ese es mi templo, esa es mi casa... Soy como nadie, soy diferente, yo soy mi Dios, mi referente. Soy legal, clandestino, un cordero y un asesino. Munición sin escopeta, un caballo salvaje en un carreta. Soy leal, soy celoso, tengo códigos como un mafioso. Los dementes me acompañan, mis amigos no me extrañan. Soy temerario, perseguido, mal pensado, retorcido. Estoy enfermo de humanidad bebiendo luz en la oscuridad. Como uno soy consciente, necesito de la gente. Por dentro soy vulnerable, por fuera auto suficiente. Soy la fuerza del vapor, una mezcla de agua y fuego. Yo soy semilla del Sol, un enviado del cielo. Me desvela descubrir el corazón tras tanto velo, soy luz intermitente, soy pájaro y aun no vuelo. Ahí en esa pobredumbre está la fuerza de la flor. Ahí donde la vida duele curan los ojos del amor. Ahí cambias la suerte por el impulso de crear. Ahí reconocernos es suficiente, es empezar a cambiar. Ahí en esa pobredumbre se encuentra el compos de mi flor. Ahí donde la vida duele se abren los ojos del amor. Ahí en el pozo de la desidia terminan ganas de crear. Ahí reconocernos es suficiente, es empezar a cambiarnos...

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